19.7.13

Guadalupe Moreno Corzo:

el
POSADA 13/100: colapso y recuperación

Desde 2002, meXylo, un colectivo de grabadores de distintos países, pero vinculados con la tradición mexicana, presenta gráfica actual en México y  Europa con obra realizada para cada exposición con una temática común. En esta ocasión, con motivo de la conmemoración del centenario de la muerte de José Guadalupe Posada, coordinados por Holger Roick y curados por Juan Ramón Lemus (Chiapas) y José Antonio Platas (DF), se propusieron trabajar sobre el colapso y recuperación.
 
1.    Centenario de la muerte de Posada, lo cíclico
 
Las culturas pegadas a la tierra conciben mundos donde para nacer hay que morir, y se nace para morir. Los centenarios nos gustan porque así hemos organizado el tiempo en occidente, pero en el caso de México como estado moderno, los centenarios han sido momentos de inflexión, como el que dio origen a la revolución de principios del siglo pasado, que fue documentado, recreado por  Posada, nutrido del imaginario popular al que le dio elementos para la toma de conciencia. Todo gran acontecimiento social inaugura tiempos de efervescencia para la cultura.
 
Los colapsos a los que hace alusión meXylo hablan de este proceso de ruina y paralización que afecta estructuras sociales, haciendo eco de la vinculación de raíz entre el grabado y las expresiones populares, donde, sin embargo, la búsqueda de la expresión personal ha encontrado siempre su sitio, más allá del panfleto, generando opinión y devolviéndole a la sociedad reflexiones, imágenes suyas.
 
La recuperación es, por definición, volver  a tomar o adquirir lo que antes se tenía, a poner en servicio lo que ya estaba inservible; volver en sí, a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil. En la obra que se nos presenta ahora, además de la reflexión social se nos brindan imágenes vinculantes de los procesos interiores. Es aquí donde se muestran signos de recuperación, con frecuencia sutiles. Y siguen siendo las calaveras, las de Posada y las que se siguen creando, las que apelan a esta particular forma de comprender los ciclos y la posibilidad de re-crearnos constantemente, en el eterno ciclo de la vida y de la muerte.
 
2.    La vena, la garra, la fuerza de grabar y las sutilezas
 
Alicia Candiani, desde Argentina, nos muestra que he aquí que la sirena tenía dos colas, sirena reina,  por encima del mundo. Ese mismo mundo que se encuentra sitiado en un objetivo, centrado, desde muy fuera. Antípodas desde el exterior, un abrazo  y el ombligo del mundo,  en la sutilieza sensual de los grises y la determinación de buscar un centro que, parece, se ha movido.  En la obra de Bodo Korsig  (Alemania), se muestra  lo orgánico irrumpiendo en  el espacio, haciéndose singular, tomando fuerza, movimiento paralizado, como si existiera una placa de microscopio que no aplasta, y permite la sinuosidad del crecimiento de una semilla en el espiral de un  caracol  y el movimiento de filamentos. En la de Thomas Rissler (Alemania) podemos palpar la fuerza de la reivindicación y la expresión del drama de las luchas sociales, el racismo, la migración , la opresión de las mujeres y una juventud que se levanta, luchas centrales en la segunda mitad del s. XX que siguen estando presentes en este XXI que avanza.
 
Holger Roick (Alemania) nos muestra en directo una visita al gran Posada que mira el icono de Guy Fawkes, símbolo de las luchas actuales contra el control de las redes y la autogestión de  los movimientos y revoluciones. La esquematización de una máscara que nos hace saber que los anonymous altermundistas que luchan en las calles tienen rostro, un solo rostro en todos, y todos en un solo rostro.
 
Alejandra Basañes (Canadá) presenta un Dios padre hipócrita, diría que hasta melancólico, que apela con su panteón a las cruces en forma de estrella; un padre Dios, tímido y triste que juega con estas otras formas de la cruz y necesita la voluptuosidad en una búsqueda ¿de qué? 
 
En las obras de Guy Langevin (Canadá) miro el desconcierto del desnudo que resguarda su fuero emocional del escrutinio de la Catrina, quizá la obra más conocida de Posada, ¿acaso la verdadera señora en vida, más que en muerte?, en la sutileza del encaje y las texturas óseas.                                                             
 
Alec Dempster (México) nos muestra ciclistas, uno que declara su compromiso ambientalista, y se trae la savia consigo, a donde va, con su propia fuerza, preocupado, pero andando, y otro en un movimiento interior, reflexivo. Calavera concentrada, que no muerta. Expone un duelo, confrontación cruda entre lo militar robocop, que esconde lo humano, y lo insectokafkiano, la fuerza animal superviviente.  Lejana de la racionalidad que ha querido dominar  en la modernidad. Además, nos regala una calavera exultante, que florece por los ojos, ¿qué celebra? ¿La vida que la rodea y pareciera brotar de ella como fuente? 
 
Alejandro Villalbazo (México) capta los huesos, que se evocan en una lejanía casi impalpable, que devienen presente en su solidez, con la flexibilidad de las vértebras, los que nos atan a nuestra condición mineral.
 
Elsa Madrigal Bulnes (México) nos acerca una galería de personajes, en el sentido clásico popular mexicano, que estampan devoluciones del terror que se vive en México. El Pozolero prepara un guiso con cabeza, un tendedero de manos, calaveras que están descarnándose y una cabeza en trance de serlo, colgados en un puente cuidados por sus ¿nahuales?, y los restos humanos entre los que caminamos cotidianamente. 
 
Joel Rendón Vázquez (México), con humor, con un Posada diablo, sabio, y los demonios que andan sueltos. Preocupación por su alma y la oración a la virgen mexicanísima para que descanse en paz, donde sea que esté.  
                       
Juan Ramón Lemus (México). Algunas nubes y una silla que se va, un bullir efervescente, movimientos de contracción y expansión con fuerza volcánica y momentos de paz. Interior convulso que se muestra, que se pone fuera, ahí donde puede ser visto en su complejidad.
 
José Antonio Platas (México)  nos hace el recordatorio y la revelación de la estructura, de la nuestra, somos calaveras, memoria ósea, ancestral. Nunik Sauret (México) expresa Lo etéreo alado, ligero, evocativo que invita, a mover los velos e ir a profundidades insondables. Rafael Zepeda, (México), maestro de grabadores invitado, soñó que lo abrazaba una sombra, en un blanco y negro, eterno transmutado en infinito. Neo expresionismo del hoy, memorias que configuran mundos por ser, convergencia de los eclipses y cataclismos de una sociedad que avanza de lo real a lo post-real. Figuras que afianzan el ser. Madonnas de lo efímero.

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